miércoles, 15 de abril de 2009

El higado



El hígado trabaja sin descanso durante todo el día y es especialmente durante la noche cuando desarrolla su principal actividad.
Es en este momento cuando se desarrollan todos los procesos regenerativos, de limpieza y eliminación que tratan de compensar todos los perjuicios y fenómenos degenerativos por los que ha pasado en el curso del día nuestro organismo, revivificándolo.
Por esto es que es fundamental darle descanso a nuestro cuerpo cuando cae el sol respetando los ritmos de sueño y vigilia.

Este ritmo cíclico de nuestro cuerpo está relacionado con el ritmo de la tierra, resultando cierto el dicho popular que asevera que se duerme mejor antes de medianoche.

Los huevos, las grasas, los fritos y los asados, por su efecto colagogo y colerético, estimulan la formación de bilis en los hepatocitos, células del hígado, y su vaciamiento desde la vesícula biliar, órgano destinado al almacenamiento de este líquido vital, fundamental en el proceso digestivo de las grasas y aceites, además de otras funciones como el intervenir en la absorción de vitaminas liposolubles como la vitamina A, D, E y K.

Estos comestibles, que someten a nuestro organismo, principalmente a nuestro aparato digestivo a un esfuerzo desmesurado deben ser evitados en lo posible por aquellas personas con lenta digestión, como así también deben evitarse de ser consumidos durante la noche y restringir su ingesta al máximo posible.

La digestión de alimentos dulces es más dificultosa por la mañana que por la tarde o noche.

Atendiendo a las necesidades, ritmos y procesos de nuestro cuerpo, es importante ajustar los hábitos alimentarios al ritmo natural, por lo que resulta aconsejable evitar los dulces en horas de la mañana, esto es antes del mediodía, y evitar principalmente durante la noche las mezclas de difícil digestión.

La comida principal, siguiendo los ritmos naturales del cuerpo y de la naturaleza, debe ser el medio día, cuando, al igual que en la tierra, donde es el momento en que el sol alcanza el cenit, con su mayor despliegue de energía radiante sobre la tierra, así también nuestra energía digestiva, el Agni, para los hinduistas o vedas, será máxima.

Así como el sol empieza a declinar a partir del mediodía, así también debe ser nuestra alimentación, preparándose para la actividad regeneradora, eliminatoria y purificadora que se producirá durante la noche.

Respetar y mantener este flujo cíclico, así como el danzarín se acopla y funde a través de su danza con en la música, nos permite restaurar todo nuestro sistema, nuestros epitelios digestivos, hepático y nuestra energía vital.

Recuperamos así la edad de nuestro hígado y de nuestro cuerpo entero, que debido a malas posturas, a malos tratos físicos, a una alimentación inadecuada, nuestro organismo en su estructura vital no goza de la energía y vitalidad que podría tener acorde a nuestra edad cronológica.
Fuente: Damian Pellizari

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