martes, 29 de junio de 2010

Alimentación, peso y tabaco

Es bien sabido que el consumo de tabaco constituye un factor de riesgo para muy diferentes trastornos somáticos: enfermedades cardíacas (angina de pecho, infarto), respiratorias (bronquitis, asma, enfisema), cáncer (laringe, faringe, esófago, pulmón), digestivas (úlceras, gastritis), sexuales (impotencia, pérdida de deseo sexual), etc. Estas consecuencias son bien conocidas y son objeto de numerosas campañas para reducir el consumo de tabaco y, por tanto, prevenir esas larga lista de trastornos.

Pero la intoxicación nicotínica también tiene otro tipo de consecuencias: insomnio, pesadillas, alteraciones del estado de ánimo, dificultades de concentración, irritabilidad, etc.

Siendo todo ello importante, en los últimos años se está poniendo de manifiesto otro de los riesgos del consumo de tabaco especialmente por parte de adolescentes. Se trata de que fumar facilita el consumo de cannabis (marihuana) y de alcohol. Es decir la práctica de un comportamiento de riesgo aumenta el peligro de desarrollar otros comportamientos de riesgo, teniendo cada uno de ellos sus propias consecuencias específicas negativas.

Durante los últimos cuatro o cinco años, en algunos países, y con certeza en España, las muchachas adolescentes fumadoras han superado ya en número a los adolescentes fumadores. Lamentablemente, la razón principal de esta peligrosa toma de decisión es la creencia de que el tabaco permite un mejor control del peso. Es decir se supone que el tabaco reduce el apetito, y, en consecuencia va a ser posible adelgazar fumando. Este tipo de planteamientos es llevado a cabo por muchachas insatisfechas por sus cuerpos y practicando, mucho o poco, dietas restrictivas, es decir conductas de riesgo.

Así pues, por su insatisfacción corporal, frecuentemente injustificada, adoptan un comportamiento de riesgo (fumar) que, añadido a una dieta hipocalórica, les va a permitir adentrarse en el terreno resbaladizo del consumo de sustancias tóxicas. Con un añadido: este tipo de situaciones, por una serie de factores que sería prolijo enumerar aquí, suelen acompañarse de la aparición de síntomas depresivos. Establecido el ánimo depresivo empeora la percepción de la imagen corporal, suelen incrementarse los ayunos, y se exacerba el consumo de sustancias tóxicas.

¿Merece la pena complicarse la vida hasta tal punto?

Ni dietas restrictivas injustificadas, ni consumo de tabaco en ningún caso, y mucho menos para controlar el peso.

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