miércoles, 21 de marzo de 2012

Drunkorexia

El espejo devuelve una imagen que no es la esperada y la angustia aparece. Entonces, además de dejar de comer para no engordar, es necesario contrarrestar el malestar con una, dos, tres copas… La bebida suple a la comida, entonces, la situación pierde el control.

Estos hechos descriptos podrían ser un episodio cotidiano en la vida de una mujer que padece de drunkorexia, una enfermedad en la cual la restricción alimentaria viene acompañada de una importante ingesta de alcohol. En general, son personas que sobrevaloran su cuerpo pero que en el fondo son endebles, tienen la autoestima baja y creen que con el consumo de bebidas pueden reemplazar el hambre que se provocan para lograr la imagen deseada.

"Tienen miedo de ser rechazadas, discriminadas, el futuro y las responsabilidades las aterran", explica la doctora Mabel Bello sobre los sentimientos que tienen las mujeres que padecen esta enfermedad. La drunkorexia puede presentarse en personas que tienen "un trastorno bipolar o son impulsivas, ya que poseen conductas autodestructivas y una incapacidad para soportar el estrés. La adicción es una forma de escaparse de la realidad".

Cuando la drunkorexia afecta a mujeres de mediana edad (entre los 30 y 40 años) en general son personas muy activas con buenos resultados laborales. Por su miedo a envejecer, viven en el gimnasio y tratan de mantener un aspecto saludable. Pero como tienen poca autoestima, comienzan a dejar de comer normalmente e intercambian esta situación con conductas adictivas: beben, fuman o toman sol continuamente.

"Es por esta semana, tengo todo bajo control" suelen ser algunos de los pensamiento que sobrevuelan cuando saben que están actuando por fuera de lo normal. Es en ese momento que el entorno debe estar alerta y prestar atención a las conductas que ellas presentan. A veces se vuelven bruscas o ya no rinden como antes en el trabajo y por su adicción tienden a perder el contacto social. El ánimo suele oscilar entre estar eufóricas y caer en un pozo depresivo. Por eso tienen terror de salir de esa adicción.

Las mujeres de mediana edad no son las únicas que pueden padecer de drunkorexia. En las adolescentes "cuando una chica está con bajo peso, baja ingesta, y además toma alcohol, es una bomba", describe la doctora Edith Szlazer.

La presión por estar lindas, perfectas, suele afectar mucho a las adolescentes que tienen una personalidad más vulnerable. "Las falencias se expresan con el cuerpo. Los chicos de esta generación nacieron expresándose con el cuerpo. Las angustias se manifiestan ahí", describe la especialista y explica que una de las causas es que las menores ven constantemente expuesta su imagen a través de las redes sociales.

Las chicas suelen evitar que los mayores se enteren de que no comieron y cuando salen y beben alcohol intentan volver lo más tarde posible para que en su casa no se den cuenta. Por eso es muy importante que los padres estén alertas, verifiquen las conductas de sus hijas y sobre todo retomen la palabra.

Como los porcentajes de consultas de las afectadas es mínimo, salvo que algún accidente las haya llevado a tomar conciencia, es importante que el entorno consulte, ya sea una amiga, un familiar. "Hay que buscar una estrategia para abordar a ese paciente. Hablarle con mucho cariño, juntarse con amigos, hacerle llegar literatura. Un abordaje comprensivo para eliminar la resistencia del paciente", explica Bello.

Para los tratamientos se emplean equipos interdisiplinarios donde participan médicos clínicos, psicólogos, psiquiatras y nutricionistas. Depende de la institución a la cual se acuda, puede haber grupos de autoayuda o consultas individuales. Buscar un proyecto de vida y tomar dimensión de lo real suelen ser los objetivos de la recuperación..

Fuente: revistasusana.com

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