jueves, 22 de noviembre de 2012

Son sólo nueve meses, así que no beba

Primero, una certeza: el consumo elevado de alcohol de una embarazada tiene efectos perjudiciales para el feto, tanto físicos como psicológicos, que se desarrollarán y durarán el resto de su vida. Pero, ¿qué sucede cuando la ingesta de alcohol se limita a una simple cerveza alguna tarde o los fines de semana?

En situaciones donde el alcohol sólo forma parte de madre e hijo de manera leve o moderada es cuando se entra en el terreno de las contradicciones científicas. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista 'PlosONE' por investigadores de las universidades de Oxford y Bristol (Reino Unido) asegura que ha conseguido limitar la confusión de anteriores trabajos llegando a la conclusión de que beber alcohol, aunque sea en cantidades moderadas, puede afectar levemente el coeficiente intelectual del niño.

Consumo moderado, perjuicio leve

Ante la falta de un baremo universal que indique qué es consumo moderado o no, los investigadores tomaron la medida de una a seis copas de alcohol a la semana e investigaron a 4.000 madres y sus hijos pertenecientes al estudio Children of the 90s. Para analizarlos, buscaron "un método científicamente sólido que examinara los vínculos entre las exposiciones y los problemas posteriores utilizando las variantes genéticas que modifican los niveles de exposición y que no están influidos por otros factores sociales o ambientales", explica la doctora Sarah Lewis, líder de este estudio.

"Anteriores estudios han revelado datos contradictorios e inconsistentes sobre los efectos de la ingesta moderada de alcohol en el coeficiente intelectual del niño. Esto se debe especialmente a que es muy difícil separar los efectos de su consumo del estilo de vida de la madre y otros efectos sociales, como el tabaquismo, la dieta, el nivel socioeconómico o la edad materna", comenta la doctora Lewis.

Así que para evitar estos problemas, los autores investigaron las variaciones genéticas, observando que cuatro de ellas, encargadas de metabolizar el alcohol, estaban estrechamente relacionadas con un menor cociente intelectual de los niños cuando los volvieron a estudiar a los ocho años.

"Cuando una persona bebe alcohol, el etanol se convierte en acetaldehído gracias a la acción de un grupo de enzimas. Las variaciones en los genes que codifican estas enzimas conducen a diferencias en su capacidad de metabolizar el etanol. En los denominados 'metabolizadores lentos', los niveles máximos de alcohol pueden ser más altos y persisten durante más tiempo que en los 'metabolizadores rápidos', ya que se cree que metabolizar rápidamente el etanol protege frente al desarrollo anómalo del cerebro en los bebés, ya que llega menos alcohol al feto", expone el estudio.

Vistos estos factores, los resultados descubrieron que el consumo a bajos niveles -que normalmente se han considerado inofensivos- estaba relacionado con diferencias de hasta dos puntos en el cociente intelectual de los niños de madres con esta ingesta frente a las que se abstuvieron de beber durante los nueve meses de gestación. "Aunque el daño parece menor, lo cierto es que lo podemos evitar", subraya esta especialista.

Mejor no beber

Como recuerda Luis Ortiz, jefe del departamento de Ginecología y Obstetricia del Hospital General Universitario Gregorio Marañón (Madrid), "el problema de estos estudios es que influyen una gran cantidad de variantes, pero lo que está científicamente comprobado es que el consumo elevado de alcohol puede llevar a graves problemas, ya no sólo a la madre, sino a la vida de un inocente, su hijo, tanto a niveles de retardo mental hasta trastornos de crecimiento físico, craneal y en el cerebro", afirma a ELMUNDO.es.

"Ahora bien, en cantidades menores todavía no hay estudios concluyentes, pero como especialistas nuestro consejo a cualquier embarazada es que se abstenga de beber durante la gestación, son sólo nueve meses y antes de poner en juego la salud de tu hijo, mejor no arriesgarse, más cuando la mayoría de estudios serios visualizan el peligro", explica este especialista.

En la misma línea se muestra el neurólogo y vocal de la Sociedad Española de Neurología, el doctor Carlos Tejero: "Aunque creamos que estamos bebiendo cantidades pequeñas, hay que tener en cuenta que durante la gestación las células precursoras de las neuronas se están reuniendo y formando en la corteza cerebral. Este es un proceso delicado. El alcohol que la madre ingiere circula por todos los órganos y se acopla en los tejidos cerebrales, un órgano que tarda más que otros, como el hígado, en expulsarlo", analiza para ELMUNDO.es. "Así, durante la gestación, el cerebro es uno de los órganos más delicados y sensibles a daños", afirma.

Aún así, este neurólogo recuerda que es difícil tomar como vara de medir el coeficiente intelectual, "ya que cada persona tiene el propio y no hay un estándar por edades o géneros".

Por su parte, José Luis Bartha, jefe del servicio de Obstetricia del Hospital Universitario La Paz (Madrid), comenta que aunque no todas las personas metabolicen el alcohol de la misma forma y no todos los fetos sean susceptibles a este tóxico de la misma manera, aunque sean hijos de los mismos padres, hay que incidir en que ni se beba ni se fume ya que "no sabemos exactamente qué cantidad de alcohol es perjudicial, así que ¿realmente nos compensa poner en riesgo la salud de nuestro hijo por una copa?".

Fuente: elmundo.es

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