martes, 25 de junio de 2013

Argenceres: una nueva bodega que basa su estilo en vinos elegantes y con un toque "vintage"

En la actual situación que atraviesa la industria vitivinícola, marcada a fuego por la suba de costos, la pérdida de rentabilidad y las complicaciones para sostener el nivel de ventas en los mercados externos, la irrupción de una nueva bodega siempre se convierte en una bocanada de aire fresco para el sector.

Es en estos momentos en los que no abundan las novedades, en el que se presentó en sociedad Argenceres, un proyecto olivícola y vitivinícola que tiene su base en San Rafael, provincia de Mendoza.

El proyecto Argenceres nació diez años atrás, cuando el grupo español Portichol -que en Europa tiene una matriz de negocios muy diversificada, que abarca sectores como el inmobiliario, biotecnología y genética-, adquirió unas 50.000 hectáreas en esa provincia. 

Su core business es la actividad olivícola. De hecho, en la actualidad -pese a que su nombre todavía no sea del todo conocido, dado que exportan el grueso de su producción-, se han erigido como el proyecto más grande del país, con unas 23.000 hectáreas explotadas. Cuentan con dos fábricas de aceite y, tal como aseguró Fabricio Orlando, jefe de enólogos de Argenceres, "apuntan a ser los mayores productores de aceite de oliva del mundo de aquí a cinco años".

El punto a destacar es que, en esa gran extensión adquirida, había unas 80 hectáreas de viñedos, algunos con más de 30 años de antigüedad, lo que impulsó a los propietarios de la compañía a comenzar a producir uvas para su posterior venta, lo que luego derivó en un proyecto vitivinícola integral.

Orlando destacó el hecho de que "si bien como en todo negocio hay exigencias financieras, fue interesante porque el proyecto nació como un disfrute. La idea en el inicio fue hacer algo chico y no pensar tanto en la facturación".

Sin embargo, el negocio vitivinícola creció, a tal punto que hace un par de años culminaron la construcción de la bodega, que tiene capacidad para elaborar unos 680.000 litros, si bien la iniciativa contempla, en el largo plazo, alcanzar los 1,5 millones de litros.

Por el momento, están produciendo más de 500.000 botellas por cosecha, de las cuales, unas 130.000 son propias y el resto es para terceros. 

En cuanto al plan de negocios, Orlando destacó que "la idea es que nuestras ventas sean un 70% exportación y un 30% mercado interno".

En el plano interno, la bodega ya dio su primer paso sellando una alianza para que Wine Supply se encargue de la distribución de su portfolio.

El estilo

La bodega fue ampliando la superficie de viñedos y en la actualidad cuenta con unas 120 hectáreas implantadas mayormente con variedades tintas: Malbec, Cabernet Sauvignon, Pinot Noir, Merlot y Syrah, además de una porción destinada a Chardonnay.

A la hora de hablar del estilo que busca la bodega, Orlando -quien trabajó durante varios años en Pulenta Estate- aseguró que "apuntamos a lograr vinos con mucha elegancia y complejidad, con una madera que aporte pero que no tape nada. Pero, sobre todas las cosas, buscamos vinos maduros, no tanto por el momento de la cosecha, sino por la madurez que le otorga un buen tiempo de añejamiento en barricas y la estiba en botella. Es decir, una buena evolución".

Un punto interesante en cuanto al uso de la madera es que la bodega, además de las clásicas barricas de 225 litros, utiliza toneles de 500 litros, lo que permite trabajar con una menor transferencia de compuestos polifenólicos dado que la superficie de contacto entre el vino y la madera es menor.

Durante la degustación, realizada en el restaurante de Hernán Gipponi en Fierro Hotel, Vinos & Bodegas iProfesional encontró un portfolio sólido, con una propuesta un tanto diferente y que escapa a los cánones actuales: en momentos en que el mercado pide vinos con mucha fruta bien al frente y bien frescos, Argenceres da una vuelta de tuerca con vinos tintos más evolucionados.

Si bien están lejos de ser estilo Viejo Mundo, cada una de las etiquetas tiene una pátina vintage que les da un levísimo aire europeo. Es algo sutil, no muy evidente, pero que sin embargo alcanza para marcar diferencias. 

Los vinos

El primer vino degustado fue Lágrima Chardonnay 2012.
Se trata de un Chardo con una paleta de notas donde conviven sobrios trazos de frutas tropicales y el aporte de aromas que recuerdan a las frutas de pepita. En boca es amplio, levemente untuoso, pero con una acidez bastante marcada, sin llegar a ser de perfil acerado, que lo vuelve sumamente fresco y le confiere un paso ágil.

Luego, fue el turno de Lágrima Malbec 2010, una etiqueta que, como toda la línea Lágrima, se comercializa a un precio sugerido de $60.
Es un ejemplar que resume el buen potencial de la bodega. Se trata de un Malbec dominado en nariz por la fruta madura, como mermelada de frambuesas y ciruelas. Se perciben toques mentolados, especias, cuero y algo leve a chocolate. Tras un ataque bastante caudaloso, se perciben sus taninos bien perfilados, sin aristas, con el pulso levemente dulzón, propio del ADN de la cepa. Tiene un medio de boca que potencia la fruta y la madera y una acidez que, además de imprimirle frescura, estira el final. Es un vino elegante y lejos de esos Malbec que responden al estilo "bomba de fruta fresca" tan transitado por estos días.

Posteriormente, Vinos & Bodegas degustó Lágrima Cabernet Sauvignon 2010.
Se trata de un Cab de buena factura, con una aromática que incluye frutos rojos y negros maduros, pimiento asado y toques de café, propios de su paso por madera. Al paladar se presenta brioso, con buen músculo, y camino a encontrar su punto sedoso. El medio de boca está cargado de fruta, como ciruelas negras secas, más un sugerente chocolate amargo. Su final, entre medio y largo, redondea un vino equilibrado.

Por último, se degustó Dramatis Personae 2010, que ya está disponible en el mercado a un precio sugerido de $75.
Se trata de un corte que conjuga Malbec, Cabernet Sauvignon, Bonarda y un toque "homeopático" de Syrah. En nariz se destaca por una aromática compleja, con un mix de fruta madura, como ciruelas pasas, un sutil toque de pimiento, especias, y una casi imperceptible nota de caldo de carne. La crianza suma aromas que recuerdan al chocolate y al tabaco. En boca es un vino jugoso y con algo de músculo -dentro de lo que permite un vino de cuerpo medio-. Pero, sobre todo, es complejo y dócil, un concepto atractivo cuando se habla de vinos de este precio, convirtiendo a este ejemplar en un claro best value. 

Por J.D.W. - Editor Vinos & Bodegas iProfesional - vinosybodegas@iprofesional.com

Fuente: iprofesional.com

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