viernes, 18 de octubre de 2013

La obesidad en la adolescencia

El sobrepeso en la pubertad o en los teenagers puede hablarnos de muchas cosas. Es importante, como padres, aprender a escuchar y buscar ayuda para poder ayudar

Desde una mirada psicológica el período de la pubertad y la adolescencia es observado con mucha atención ya que se trata de etapas de muchos cambios y, por lo tanto, de mucha vulnerabilidad.

Nos sorprendemos al ver jovencitas que, con carita de niñas, ya muestran cuerpos desarrollados que parecieran no coincidir con su edad. Es importante no olvidar que el desarrollo psíquico no se produce paralelamente al desarrollo biológico. Es decir, que aunque veamos niñas con cuerpos de mujer, su psiquismo, su madurez psicológica, todavía puede ser la de una niña.

Esto ocurre también con los varones. Vivenciar e incorporar los cambios que se van produciendo en el cuerpo no son tareas automáticas. Esta adaptación implica complejos procesos psíquicos y emocionales que van significando para ese/esa joven quién es, cómo es, quién quiere ser y qué siente a través de un proceso permanente de vinculación con otros/as.

El sobrepeso en el/la adolescente puede responder a varias causas. Las costumbres alimentarias familiares (la tan arraigada y heredada creencia que comer de más es sano), la ansiedad y angustia (afectos que suelen desencadenarse permanentemente en la adolescencia), que pueden empujarlos/as a comer en exceso, etc.

El crecimiento de los hijos puede ser generador de ansiedad en los padres. Algunas veces alimentar en exceso a los/as hijos/as podría ser un acto desesperado e inconsciente para que no crezcan y sean "bebotes/as" por siempre. Por otro lado, de manera simbólica, "embucharse" con comida tapa, frena, lo que empuja por ser expresado (emociones, sentimientos, broncas, angustias).

Escuchamos decir: "me lo tragué. Sentí bronca y me la tragué". En otros caos, comer en exceso puede ser un intento inconsciente por "llenar" un vacío. El vacío que se está produciendo es el vacío frente a lo nuevo que se desconoce y a lo conocido que se está perdiendo.

El cuerpo infantil va dando lugar a un cuerpo adulto, maduro, con otras formas y características. La presencia de un cuerpo sexualizado se hace más visible. Muchas veces la obesidad en el/la adolescente intenta "cubrir" esas formas que están apareciendo y que a veces avergüenzan y perturban.

El exceso de peso cubre las formas, las tapa. Las curvas sensuales se redondean en exceso, el crecimiento de las mamas se confunde con la adiposidad, la carita se redondea y parecen niños/ñas, los ciclos menstruales se hacen más espaciados, las jóvenes pueden dejar de menstruar, se frena el desarrollo pero no sólo desde lo físico, sino también desde lo emocional, como un intento desesperado de no crecer.

Esa capa de grasita sirve, imaginariamente, de barrera, de escudo frente al mundo exterior, lleno de sobresaltos, novedades, demandas, estímulos, agresiones, etc. La obesidad intenta postergar el crecimiento conteniendo los impulsos internos, los miedos, ansiedades y la sexualidad que empujan por expresarse. Pero este intento resulta fallido. Lo que tapamos por un lado, sale por otro. El y la adolescente con obesidad, huyen de un fantasma y se encuentran con otro: el de la discriminación.

No es cierto que exista el/a "gordito/a feliz con su obesidad". Además de las dificultades que encontrará para realizar sus actividades diarias como hacer ejercicio físico en la escuela muy probablemente será objeto de burlas de parte de sus pares. A la hora de ir a comprar ropa, importante para cualquier joven que quiera estar a la moda y vestirse para identificarse con sus pares, no encontrará talles y sufrirá nuevamente de discriminación. Cabe aclarar que la ropa fabricada para teenagers utiliza talles más bien para niños/as que para adolescentes.

Esto refleja a una sociedad consumista que sobrevalora lo joven y desprecia lo viejo, una cultura que manda no crecer, "for ever jung".

La obesidad no debe ser abordada a la ligera. Detrás de la obesidad hay una persona que sufre, que teme crecer y que intenta protegerse de los peligros que siente desde el mundo exterior y desde su mundo interno, emocional.

Es muy importante que el/la adolescente se sienta acompañados en todo este proceso por sus padres y seres queridos. Las rebeldías del adolescente, que son tan difíciles de manejar, son necesarias para que se independice de sus padres, crezca y construya su propia identidad, basándose en todo lo que recibió en su infancia. Los padres no deben asustarse por estos cambios a veces tan ruidosos. Los adultos deben estar atentos y acompañar a sus hijos con la presencia, el amor, la atención, la contención y la escucha y no acercarse a ellos sólo para controlarlos y exigirlos.

Lic. Andrea Gómez, psicóloga, especialista en sexualidad

Fuente: entremujeres.com

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